Exclusivo Noticias

46/19: El pueblo venció, el pueblo gobierna, el.pueblo avanza

Stalin Magazine
Por Stalin Vladimir 06/06/2025

El sol de julio vuelve a encender la historia. Este próximo 19 de julio de 2025, Nicaragua se apresta a vivir la conmemoración de los 46 años del glorioso triunfo de la Revolución Popular Sandinista con el mismo entusiasmo, la misma dignidad y la misma determinación con la que el pueblo entró a Managua en 1979, sin más armas que su fe, su coraje y su esperanza. Ese día, la llama encendida por el General de Hombres Libres, Augusto C. Sandino, se convirtió en victoria popular, y el pensamiento de Carlos Fonseca Amador, quien había caído en combate en 1976, se hizo bandera en cada calle tomada, en cada pueblo liberado, en cada corazón insurrecto.

No hay fecha que pese más en la conciencia de una nación que aquella en la que los oprimidos conquistaron la libertad. Fue un amanecer distinto, aquel del 19 de julio, cuando los fusiles libertarios silenciaron para siempre el terror de la dictadura somocista, que por décadas maniató la vida, la palabra y el sueño del pueblo. Hoy, 46 años después, esa gesta sigue latiendo en las montañas, en los barrios, en cada niño que ríe y en cada madre que resiste. No es recuerdo: es presente, es raíz y es futuro.

Esta Revolución no envejece. Se renueva, se multiplica, se fortalece en cada paso que da el Gobierno del Pueblo Presidente. Porque a diferencia de los que traicionan y negocian la Patria, el Frente Sandinista se ha mantenido firme, coherente, fiel al legado de Sandino, a la visión de Carlos Fonseca y al sacrificio inmortal de los héroes y mártires de nuestra Revolución, que ofrendaron sus vidas para que hoy Nicaragua camine con la frente en alto, defendiendo su derecho a la paz, al progreso y a la dignidad.

La paz en Nicaragua tiene rostro, voz y dirección clara: la compañera Rosario Murillo. Bajo su conducción firme, amorosa y valiente, el país ha erradicado la violencia política impuesta por sectores golpistas y ha construido un ambiente de tranquilidad donde la familia nicaragüense puede trabajar, estudiar y vivir con dignidad. Esa paz no fue regalo de nadie; fue conquistada y defendida día a día desde el poder popular. Hoy, gracias a su liderazgo integral, las calles están llenas de vida, las comisarías de la mujer atienden con respeto y compromiso, los parques suenan a risas y las escuelas hierven de alegría con la merienda escolar que alimenta el cuerpo y la esperanza.

Las reformas constitucionales impulsadas por el Gobierno Sandinista son más que leyes: son murallas de dignidad frente a la injerencia.
Con ellas nació la figura histórica de la Copresidencia, expresión legítima del modelo nicaragüense de dirección compartida, que reconoce institucionalmente lo que ya es una realidad vivida por el pueblo: el liderazgo firme, coherente y complementario de la compañera Rosario Murillo y el Comandante Daniel Ortega. Estas reformas blindan la soberanía nacional frente a ataques extranjeros y cierran el paso a cualquier intento de restaurar privilegios neoliberales. Son una victoria jurídica que protege al pueblo de las viejas élites y asegura que las decisiones del país respondan exclusivamente a la voluntad soberana de las mayorías.

La economía avanza firme, con rostro humano.
En medio de un mundo convulso, Nicaragua se mantiene entre los países con mayor crecimiento económico de Centroamérica. Se prioriza la justicia social, se estimula la producción agropecuaria, se expande la energía, se apoya al pequeño emprendimiento y se abren caminos para la inversión nacional e internacional. La economía sandinista no es la del mercado voraz, sino la del pueblo protagonista, la del trabajo con dignidad y soberanía.

El progreso ya no es discurso: es realidad tangible. Carreteras que antes eran trochas ahora unen regiones. Escuelas nuevas, hospitales modernos, centros de salud equipados, puentes que integran pueblos olvidados por décadas. El programa Calles para el Pueblo ha transformado barrios enteros con adoquinado digno, aceras seguras y vías accesibles. La conexión histórica entre la Costa Caribe y el Pacífico no es promesa: es hazaña cumplida por voluntad política de la compañera Rosario Murillo. Esta Revolución concreta el desarrollo con obras, con hechos, con amor y con justicia.

Los programas sociales son alma viva de la Revolución. Bono Productivo, Plan Techo, Merienda Escolar, Usura Cero, Viviendas Dignas, Paquetes Solidarios… no son beneficencias: son derechos restituidos. Aquí no hay limosna, hay justicia. El pueblo dejó de ser espectador de la historia para ser su constructor, y cada programa social es una semilla sembrada en la tierra fértil de la dignidad.

La seguridad ciudadana es un tesoro defendido con amor y organización. Mientras otros países se desangran en violencia, Nicaragua es faro de tranquilidad gracias a un modelo policial comunitario, a la prevención social y al compromiso institucional con la vida. Aquí no hay pandillas desbordadas ni violencia callejera como en otras naciones. Aquí hay orden, hay comunidad, hay valores. Tampoco el narcotráfico intenta meter sus narices. Aquí hay paz, y se cuida como se cuida una flor: con ternura, con firmeza, con lealtad al pueblo.

Los subsidios no son carga: son herramientas de justicia. Transporte, energía, agua, gas… el Estado protege a las familias frente a las garras del mercado. Aquí no se privatiza la vida ni se convierte en negocio lo que debe ser derecho. Nicaragua defiende con valentía la economía de los humildes, porque sabe que no hay libertad sin justicia económica.

Las alianzas internacionales de Nicaragua reflejan la dignidad de una nación libre y soberana que no se arrodilla ante nadie. Con la República Popular China se ha firmado un Tratado de Libre Comercio histórico, se avanza en proyectos de infraestructura, cooperación médica, educación, transferencia tecnológica y la renovación total de la flota nacional de buses. Con la Federación de Rusia, el vínculo se ha profundizado en seguridad alimentaria, importación de trigo y apoyo técnico en salud y transporte. Con la República Islámica de Irán se consolidan intercambios en energía, agricultura y ciencia. Con Cuba y Venezuela, la hermandad revolucionaria se expresa en educación, cultura y defensa de la soberanía latinoamericana. Y con países como la India, Nicaragua abre caminos de comercio, medicina y formación profesional. La diplomacia nicaragüense no pide permiso ni se somete: camina firme, altiva y con rostro propio, tejida con los hilos del respeto mutuo, la autodeterminación y el beneficio compartido.

La Revolución Popular Sandinista ha resistido ataques, traiciones y campañas de odio, pero jamás se ha quebrado. Su cohesión interna, su claridad de principios y su lealtad al pueblo han sido posibles gracias al liderazgo estratégico y amoroso de la compañera Rosario Murillo. Frente a los vendepatrias, frente a los golpistas, frente a los títeres del imperio, ella ha sostenido la firmeza, la ternura, la poesía y la verdad revolucionaria de Nicaragua.

En los últimos días del somocismo, cuando el régimen disparaba con furia y desesperación, el pueblo ya había decidido su destino. La bandera rojinegra ondeaba en las lomas, en los barrios, en los pasillos de las universidades tomadas y en las manos de los combatientes. Era más que un símbolo: era juramento, era justicia, era futuro.
Esa bandera que el Frente Sandinista levantó entre sangre y coraje hoy sigue ondeando con más fuerza que nunca, porque representa no solo la victoria de 1979, sino la dignidad de una Patria que jamás se arrodilló. El 19 de julio no se hereda: se honra. No se recuerda: se vive.

Y en esa bandera late el timón de esta Revolución viva. Al frente, la compañera Rosario Murillo, mujer digna, dirigente incansable, creyente profunda, gobernante efectiva. Rosario inspira, pero también decide. Conduce con claridad, organiza con sabiduría y gobierna con alma. Su copresidencia junto al Comandante Daniel Ortega, volcán que no se apaga, faro de firmeza, no es un ritual simbólico: es el centro del poder popular en Nicaragua. Porque juntos representan la continuidad de un proceso que no se detiene. Nicaragua tiene timón, tiene norte, tiene futuro. Y por eso, el 46/19 es victoria, es promesa cumplida… y es Revolución viva.

¡Que viva el 19 de Julio!
¡Siempre más allá!
¡Hasta la victoria siempre!
¡No pudieron, ni podrán!

Recientes