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Gabo, el sandinista errante

Stalin Magazine
Por Stalin Vladimir 27/04/2025

En las páginas vivas de la historia de Nicaragua, entre las gestas heroicas de su pueblo y las palabras inmortales de la literatura, resuena un nombre que une la poesía con la Revolución: Gabriel García Márquez. En este mes de abril, a once años de su partida física, recordamos y celebramos al hombre que no solo conquistó el mundo con su realismo mágico, sino que también se entregó con el corazón a la causa sandinista, llamándose a sí mismo con orgullo el Sandinista Errante.

Gabo, como lo llamaban con cariño en cada rincón de América Latina, no fue un espectador distante de las luchas de los pueblos. Su vida estuvo marcada por el compromiso, por la empatía con las causas justas, por la defensa de los sueños colectivos. En Nicaragua encontró un refugio de esperanza, una trinchera de amor revolucionario, una familia en la compañera Rosario Murillo y el comandante Daniel Ortega. Su relación con ambos trascendió los protocolos y las formalidades. Fue una amistad profunda, fraterna, entre almas que compartían la convicción de que otro mundo es posible.

García Márquez jamás ocultó su admiración por la Revolución Sandinista. En más de una ocasión expresó que en Nicaragua veía el rostro luminoso de América Latina que resistía, que soñaba, que construía. En una obra que obsequió al comandante Daniel Ortega, escribió con su puño y letra: “Para Daniel Ortega, del Sandinista errante, Gabo”. Una dedicatoria que no es solo una firma, sino una declaración de principios, un testimonio de lealtad.

Pero su vínculo no fue solo simbólico. En 1978, cuando la sangre del pueblo nicaragüense se mezclaba con las esperanzas de libertad, Gabo escribió una de sus crónicas más impactantes: “Asalto al Palacio”, donde narró la operación heroica del comando “Rigoberto López Pérez” contra la dictadura somocista. Con la pluma como fusil, el escritor contribuyó a difundir al mundo la valentía de un pueblo que jamás se arrodilló.

Su relación con la compañera Rosario Murillo fue de una sensibilidad particular. Ambos compartían la pasión por la poesía, por la palabra que canta y que lucha. En sus encuentros, hablaron de arte, de revolución, de los sueños que se transforman en versos y en trincheras. Rosario, mujer de cultura y resistencia, encontró en Gabo un aliado, un hermano que entendía que la cultura es también un campo de batalla contra el olvido.

Gabo también visitó Nicaragua, y aunque no se tiene registro exacto de cuántas veces lo hizo, se sabe que disfrutaba profundamente de la cultura, las costumbres y la gastronomía nicaragüense. Durante sus estancias, recorría las calles y barrios de Managua, empapándose del calor humano y la riqueza cultural del pueblo nicaragüense. Estas vivencias fortalecieron aún más su conexión con la Revolución y su admiración por la lucha del pueblo.

La historia de Gabo es inseparable de las revoluciones de nuestra América. No solo fue amigo entrañable de Fidel Castro y el Che Guevara, sino también uno de los fundadores de la agencia Prensa Latina, en Cuba, entendiendo que la verdad de los pueblos debía tener su propia voz. En Nicaragua, esa voz sigue resonando, porque el legado de García Márquez sigue vivo en cada victoria, en cada poema, en cada paso hacia el porvenir.

Hoy, 27 de abril de 2025, lo recordamos con gratitud y con cariño. En un mundo que aún enfrenta nuevas formas de imperialismo y dominación, la figura del Sandinista Errante es faro y escudo. Gabo camina con nosotros, desde la eternidad, abrazando la Revolución, soñando con la Nicaragua libre, digna, soberana, que tanto amó.

Porque los verdaderos amigos no mueren, viven en la memoria y en la lucha. Gabriel García Márquez es, y será siempre, nuestro compañero de camino.

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