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Segunda fumata negra en el Vaticano, mantiene al mundo en vilo

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Por Redacción Central 08/05/2025

La historia volvió a teñirse de humo negro este jueves. Desde la chimenea de la Capilla Sixtina, símbolo ancestral del cónclave papal, emergió por segunda vez el signo de la indecisión: no hay papa, no hay consenso, no hay fumata blanca.

A más de 48 horas del inicio del cónclave tras la muerte del papa Francisco, los 133 cardenales electores aún no han logrado los 89 votos necesarios para designar al próximo líder espiritual de más de 1,400 millones de católicos en el mundo. La Plaza de San Pedro, repleta de fieles y medios, contuvo la respiración otra vez al ver ascender el humo oscuro en señal de que, por ahora, el trono de Pedro sigue vacío.

Las votaciones comenzaron el miércoles 7 de mayo bajo el ritual tradicional, con la solemne frase “Extra Omnes” (“Todos fuera”), pronunciada por el arzobispo Diego Ravelli al cerrar las puertas de la Capilla Sixtina. Desde entonces, se han realizado al menos tres rondas de votación sin resultado definitivo. Este jueves, tras dos nuevas votaciones por la mañana y el esperado almuerzo en Santa Marta, los cardenales volverán a deliberar por la tarde.

Si tras tres días consecutivos de escrutinios no se alcanza una decisión, la normativa establece un día de pausa para la oración y la reflexión posiblemente este domingo antes de iniciar una nueva fase más restringida: elegir entre los dos cardenales más votados, pero aun así requerirán mayoría absoluta.

Este cónclave ya se perfila como uno de los más diversos de la historia: cardenales provenientes de 70 países distintos, distintos continentes, distintas visiones del mundo y del cristianismo. Las preferencias se debaten entre figuras como el italiano Pietro Parolin, el filipino Luis Antonio Tagle, el africano Fridolin Ambongo y otros nombres que surgen con fuerza entre pasillos y plegarias.

Un detalle generó especulaciones: durante la misa previa al cónclave, el cardenal Giovanni Battista Re decano del colegio cardenalicio estrechó en un gesto poco habitual al cardenal Parolin, deseándole “suerte”. Un “augurio” que ha encendido las alarmas de los vaticanistas y observadores del poder eclesiástico.

Mientras los cardenales deliberaban puertas adentro, en la Plaza San Pedro el mundo observaba. Turistas y fieles sostienen rosarios, ondean banderas una de Filipinas, otra de México mientras rezan o simplemente esperan. Una gaviota que no se aparta de la chimenea y un dron que la sobrevuela se han convertido en símbolo curioso de esta espera moderna ante un rito milenario.

La señal es clara. La estufa especial donde se queman las papeletas ha vuelto a teñir el cielo romano de negro gracias a una mezcla química de perclorato de potasio, colofonia y lactosa. Si se logra consenso, esa misma chimenea vomitará el humo blanco que marcará un cambio de era.

El mundo católico espera. El Vaticano se prepara. Y la historia sigue escribiéndose entre incienso, votos secretos y una pregunta que flota sobre Roma: ¿quién será el próximo Papa?

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