En medio de un clima turbulento en su país, el Presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue recibido este lunes en audiencia privada por Su Santidad el Papa León XIV. El encuentro tuvo lugar en el Palacio Apostólico del Vaticano y se desarrolló en un tono cordial, pero en un contexto que no puede pasarse por alto: Petro enfrenta uno de los momentos más delicados de su mandato.
La visita, que algunos califican como un respiro diplomático para el mandatario colombiano, ocurre mientras en Bogotá arrecian las críticas y los escándalos. Aún resuena el eco de las explosivas declaraciones de su ex canciller Álvaro Leyva, quien lo señaló públicamente de tener comportamientos erráticos vinculados al uso de sustancias psicoactivas. Aunque Petro no se ha pronunciado directamente sobre esas acusaciones, el país observa con preocupación y los medios de comunicación multiplican los interrogantes.
La audiencia con el Pontífice se da también en medio de una creciente confrontación con los grandes medios colombianos, a quienes Petro acusa constantemente de manipulación y desinformación, tensionando aún más la ya frágil relación entre el gobierno y la prensa. A esto se suma el incumplimiento de varias promesas electorales clave, como la reforma agraria, la paz total y la transformación energética, que se han ido desdibujando entre conflictos internos, renuncias ministeriales y una gobernabilidad cada vez más comprometida.
Durante su encuentro con el Papa, según fuentes del Vaticano, se abordaron temas como la migración, la lucha contra la pobreza y la protección del medio ambiente. Pero puertas afuera, el debate real gira en torno a las ambiciones personales del Presidente Petro: ¿Buscará la reelección? ¿Pretende extender su mandato más allá del periodo constitucional? Las señales son ambiguas, pero cada vez más voces lo sospechan.
En política exterior, la relación con Estados Unidos, su principal socio estratégico, ha sufrido altibajos. Petro ha expresado posturas incómodas para Washington, alineándose en ocasiones con gobiernos como el de Venezuela, Cuba o incluso Irán, desafiando los esquemas tradicionales de la diplomacia latinoamericana.
El Papa León XIV, conocido por su apertura y su llamado al diálogo intercontinental, se ha mostrado firme en su deseo de escuchar a todos los actores. Pero también es evidente que recibe a un Presidente cuestionado, en aprietos, con un liderazgo tambaleante. No es un secreto que, en la actualidad, el nombre de Petro genera más dudas que certezas tanto dentro como fuera de Colombia.
En la fotografía oficial, ambos líderes aparecen sonrientes. Sin embargo, detrás de la imagen diplomática se esconde una realidad compleja. El Papa abre las puertas del Vaticano, pero la historia que acompaña a Gustavo Petro cruza fronteras y deja una estela de incertidumbre. ¿Habrá sido esta visita una bendición para su atribulado gobierno o simplemente un paréntesis en medio del caos?


