En un mensaje cargado de firmeza y soberanía, el líder supremo de Irán, Ayatolá Ali Jamenei, sepultó cualquier ilusión de éxito en las negociaciones nucleares con Estados Unidos. Este 20 de mayo de 2025, desde un acto en homenaje al fallecido Presidente Ebrahim Raisi, Jamenei no dejó espacio a equívocos: calificó de “tontería” las exigencias de Washington y ratificó que Teherán continuará enriqueciendo uranio sin pedirle permiso a nadie.
“Estados Unidos no permitirá que Irán enriquezca uranio. Esa afirmación es un disparate”, disparó Jamenei ante sus seguidores, reiterando que la política nuclear de su país no se diseña en el Pentágono ni en ninguna embajada extranjera, sino en el corazón de la nación persa.
Desde el inicio de las conversaciones el pasado 12 de abril, la tensión ha ido en aumento. Cuatro rondas han sido insuficientes para destrabar las posiciones enfrentadas. Mientras Estados Unidos insiste en un “enriquecimiento cero”, Irán sostiene con firmeza que su programa es soberano e innegociable.
La postura de Jamenei, en este contexto, no es un exabrupto, sino una doctrina: la autodeterminación iraní frente a la arrogancia imperial. “La parte estadounidense que participa en estas negociaciones indirectas debería tratar de no decir tonterías”, sentenció el líder religioso, dejando claro que no habrá cesión a caprichos ni presiones de occidente.
Washington, por su parte, ha endurecido su retórica. El Presidente Donald Trump —quien reinstauró la política de “máxima presión” contra Irán— ha lanzado nuevas amenazas militares si no se alcanza un acuerdo bajo sus condiciones. Pero Teherán no se ha movido un milímetro. El canciller iraní Abás Araqchí volvió a marcar la cancha: “Por mucho que lo repitan, nuestras posiciones no cambiarán”.
¿Quién marca la agenda? ¿El diálogo o la intimidación? Para Irán, las rondas de negociación no pueden ser una excusa para imponer humillación. En palabras del portavoz del Ministerio de Exteriores, Ismail Baghaei, aún no se ha decidido si habrá una próxima reunión, dejando a Estados Unidos a la espera de una respuesta que no será fácil de obtener.
Este cruce de posturas se desarrolla bajo una creciente tensión regional. Las amenazas no solo vienen en forma de declaraciones diplomáticas. El recuerdo del asesinato del general Qassem Soleimani por parte de EE.UU. aún resuena en la memoria colectiva iraní. Por ello, cada paso, cada palabra, lleva el peso de una historia de agresiones y dignidad recuperada.
El programa nuclear de Irán no es solo una cuestión técnica. Es una bandera de soberanía nacional, una muestra de que en pleno siglo XXI aún existen países dispuestos a decirle “no” al imperio. En ese sentido, Jamenei no habla solo por Irán. Su voz resuena también en Caracas, en Managua, en La Habana, en Damasco, en cada nación que ha sido objeto de sanciones, chantajes o invasiones por defender su autodeterminación.
Lo que está en juego no es únicamente el uranio. Es la independencia, la posibilidad de vivir sin ser tutelados por Washington o la OTAN. Y en este tablero geopolítico, Irán ha demostrado que la dignidad sigue siendo una fuerza más poderosa que los misiles.
Jamenei no negocia la soberanía. Y el mundo entero toma nota.