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Julian Assange, denuncia en Cannes, genocidio de niños palestinos

Guerra
Por Redacción Central 21/05/2025

El periodista y fundador de WikiLeaks, Julian Assange, reapareció el martes 20 de mayo en el Festival de Cine de Cannes, no con un discurso ni con cámaras de seguridad hackeadas, sino con una camiseta blanca cargada de verdad y dolor: en ella estaban impresos los nombres de 4.986 niños palestinos menores de cinco años asesinados en Gaza desde 2023. La parte trasera de la prenda lanzaba un grito visual: “Detengan a Israel”.

La contundente acción tuvo lugar durante la sesión fotográfica previa al estreno del documental The Six Billion Dollar Man, una obra del director Eugene Jarecki que retrata la persecución judicial, el encarcelamiento y la guerra política librada contra Assange desde que reveló secretos de Estado a través de WikiLeaks. Pero fue la camiseta, no la película, la que conmovió al público.

Según reportes internacionales, los nombres fueron recopilados por organizaciones humanitarias como Save the Children, datos de la ONU y registros del Ministerio de Salud palestino. Assange no solo buscó generar impacto visual, sino provocar conciencia sobre el genocidio infantil que se vive en la Franja de Gaza, donde los cuerpos pequeños no encuentran refugio frente al fuego de la maquinaria militar israelí.

Desde el 7 de octubre de 2023 hasta la fecha, la ofensiva israelí ha dejado un saldo estremecedor: 53.655 muertos y 121.950 heridos, en su mayoría civiles. Y entre ellos, miles de niños. Una tragedia que Occidente evita mirar de frente, mientras el pueblo palestino sigue sangrando ante la indiferencia cómplice de gobiernos y medios hegemónicos.

Assange, convertido ya en un símbolo planetario de la libertad de expresión, dejó claro que su lucha no se limita a los pasillos del poder o a los secretos militares. Hoy también es un activista por la infancia exterminada, por los inocentes sin voz, por las lágrimas que no llegan a los tribunales.

El mensaje “Detengan a Israel” que portaba en su espalda fue leído en decenas de idiomas. No fue un mensaje de odio, sino un clamor desesperado por el fin de la barbarie, una súplica vestida de tela para que el cine, el arte y la conciencia del mundo despierten antes de que la historia vuelva a repetir sus peores capítulos.

Desde Cannes, Assange no habló ante las cámaras, pero habló su camiseta. Gritó su tela. Y resonó el eco de cada nombre bordado con tinta como si fuese sangre. La sangre de una niñez que aún espera justicia.

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