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Milei, se arrodilla ante el Vaticano: en un intento de limpiar su imagen, en medio del caos argentino

Vaticano
Por Redacción Central 07/06/2025

En una jugada que huele más a cálculo político que a convicción espiritual, el presidente argentino Javier Milei ha protagonizado este 7 de junio un encuentro con el Papa León XIV en el Vaticano, en un intento notorio por lavar su imagen y recomponer relaciones tras los múltiples ataques que él mismo lanzó en vida contra el Papa Francisco, a quien llegó a tildar de «representante del maligno en la Tierra».

Ahora, con la economía argentina hecha pedazos, con índices de inflación descontrolados, desempleo al alza y una ola de protestas sociales que no cesa, Milei intenta sacar del sombrero una carta diplomática: mostrarse conciliador con el Vaticano y abrazar la figura de León XIV como símbolo de un nuevo acercamiento. Pero la memoria histórica no se borra tan fácil. ¿Puede alguien que insultó tan profundamente a un Papa argentino venir ahora a pedirle la bendición a su sucesor?

En los pasillos vaticanos se comenta que León XIV —electo apenas semanas atrás tras el fallecimiento de Francisco— accedió al encuentro por cortesía protocolar, no por simpatía con el gobernante libertario. Las imágenes difundidas muestran un Milei sobreactuando humildad, con gestos que rozan lo grotesco, como si su devoción recién descubierta pudiese remediar el naufragio que vive su gestión.

Los medios conservadores argentinos ya celebran el encuentro como “un hito histórico”, pero lo cierto es que el propio Milei está recurriendo al mismo sistema político y diplomático que juró combatir. Busca oxígeno. Busca perdón. Pero no por humildad, sino por necesidad. Y eso lo saben incluso quienes hoy lo aplauden.

Este giro hacia el Vaticano no es sino una maniobra para desviar la atención de la creciente presión social que afronta en su país. Las cifras económicas son lapidarias: la recesión ya se instaló, los servicios públicos han sido privatizados o recortados salvajemente, los sindicatos lo enfrentan y los sectores populares lo acusan de gobernar solo para los ricos. Frente a este panorama, Milei intenta, al menos simbólicamente, recomponer un lazo que él mismo quemó.

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