La escena es solemne y simbólica. En un gesto cargado de tradición y poder, el Vaticano ha procedido a anular el Anillo del Pescador del papa Francisco, marcando oficialmente el final de su pontificado. El rito fue ejecutado hoy por el camarlengo Joseph Kevin Farrell, 16 días después del fallecimiento del pontífice argentino, quien murió el 21 de abril a los 88 años.
El anillo, símbolo inequívoco del poder papal, fue rayado con una cruz sobre su superficie, acto que simboliza la clausura definitiva de la autoridad de Francisco sobre la Iglesia. Junto al anillo, también fueron destruidos los sellos papales que servían para autenticar documentos oficiales. Esta ceremonia, dictada por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, no solo marca el cierre de una etapa, sino que impone una pausa espiritual: la sede vacante.
El apartamento de la Casa Santa Marta donde vivía el papa fue sellado, y no será abierto hasta que su sucesor sea elegido. En paralelo, 133 cardenales ya se encuentran en Roma, preparándose para el cónclave que iniciará este miércoles 7 de mayo, en la Capilla Sixtina, bajo el manto del Espíritu Santo y el escrutinio del mundo entero.
Uno de los protagonistas latinoamericanos en esta coyuntura es el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez, quien, aunque ya no tiene derecho a voto por edad, participa activamente en las deliberaciones. Su papel es observado con atención por América Latina, una región profundamente marcada por el pontificado de Francisco.
Francisco, el papa del fin del mundo como se autodefinió aquel 13 de marzo de 2013, fue también el pontífice que vivió los desafíos de una Iglesia tensionada entre la modernidad y la tradición. Su papado deja huellas imborrables: defensa de los pobres, críticas al capitalismo salvaje, apertura hacia los marginados, pero también controversias, divisiones internas y resistencia desde sectores conservadores.
Ahora, en la antesala del nuevo cónclave, mientras la cruz traza su marca sobre el anillo que fue de Jorge Mario Bergoglio, el mundo católico se prepara para otra página histórica. El palio y el nuevo Anillo del Pescador ya esperan al próximo pontífice, quien deberá navegar una Iglesia convulsa, un mundo en guerra y un rebaño ávido de rumbo.