El Papa Francisco inicia su último recorrido hacia la Basílica de San Pedro: el pueblo despide al pontífice del fin de los tiempos
En una jornada marcada por el recogimiento, la emoción y la solemnidad, el cuerpo del Papa Francisco fue trasladado este miércoles desde la residencia de Santa Marta hacia la Plaza de San Pedro, en un cortejo que anticipa su ingreso definitivo a la Basílica de San Pedro, donde se llevarán a cabo las exequias solemnes de despedida y se le rendirá homenaje como uno de los líderes espirituales más influyentes del siglo XXI.
El ataúd sencillo, de madera ciprés, reflejando el espíritu austero que caracterizó al pontífice argentino, fue escoltado por miembros de la Guardia Suiza y el clero romano, mientras las campanas de la Ciudad del Vaticano resonaban en señal de duelo. Desde primeras horas de la mañana, miles de fieles comenzaron a concentrarse en la Plaza de San Pedro, desafiando el sol y las emociones, para atestiguar este histórico momento que sella la vida terrenal de Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano, el Papa de los gestos sencillos y las reformas postergadas.
La procesión, sobria pero profundamente simbólica, recorrió el breve pero cargado trayecto entre la Casa Santa Marta, donde el Papa Francisco vivió desde el inicio de su pontificado, hasta la majestuosa Basílica, epicentro del catolicismo mundial. A diferencia de sus predecesores, Francisco había pedido evitar las pompas excesivas, algo que se reflejó tanto en el diseño de su ataúd como en la sobriedad de la ceremonia. Sin embargo, las lágrimas del pueblo reunido contrastaban con esa austeridad, dejando claro que el legado del pontífice trasciende formalidades.
El Vaticano confirmó que el cuerpo permanecerá expuesto en la Basílica durante tres días, permitiendo que delegaciones oficiales, líderes religiosos y fieles de todo el mundo puedan presentar sus respetos. Se espera la llegada de jefes de Estado, representantes de iglesias ortodoxas y protestantes, así como figuras de otras religiones, reflejando el espíritu ecuménico y dialogante que Francisco promovió durante su pontificado.
El funeral, previsto para el próximo sábado 26 de abril, será presidido por el cardenal decano Giovanni Battista Re, siguiendo la normativa que aplica cuando el pontífice reinante fallece fuera del ejercicio del cargo, como ocurrió tras la renuncia del Papa Benedicto XVI. La ceremonia incluirá elementos solicitados personalmente por Francisco: oraciones interreligiosas, cantos en lenguas originarias de América Latina y una lectura especial dedicada a los migrantes, causa que abrazó durante todo su ministerio.
Contrario a lo que se esperaba, el Papa Francisco no será enterrado en las Grutas Vaticanas, donde reposan la mayoría de los pontífices, sino en la cripta de la Basílica, en un espacio sencillo cerca del altar de San José, cumpliendo su deseo de reposar cerca del pueblo y de quienes, como él, dedicaron su vida al servicio humilde. El Vaticano explicó que esta decisión fue respetada como última voluntad del Papa, en coherencia con su vida pastoral.
Mientras tanto, en distintas partes del mundo, iglesias, templos y plazas celebran misas y actos de homenaje. Desde Buenos Aires, la Catedral Metropolitana alberga una vigilia permanente en honor al «Papa del fin de los tiempos», como muchos ya lo llaman, destacando su papel como mediador en conflictos, defensor de la naturaleza y voz de los pobres en tiempos convulsos para la humanidad.
El legado de Francisco seguirá siendo objeto de análisis y debate: ¿fue suficiente su impulso reformador para cambiar las estructuras milenarias del Vaticano? ¿Logró mover las conciencias de un mundo cada vez más dividido? Lo cierto es que, en este día, la Plaza de San Pedro fue testigo del abrazo del pueblo hacia un pastor que supo estar cerca, aun en la distancia de los grandes escenarios globales.