El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, mayor general Mohammad Bagueri, lanzó este jueves una advertencia contundente al mundo: cualquier amenaza contra la soberanía iraní será respondida de forma proporcional, precisa y devastadora. Sus declaraciones, realizadas tras una inspección estratégica en las fronteras orientales y sureste del país, subrayan el nivel de preparación de las fuerzas armadas de la República Islámica ante los peligros regionales y globales.
«Estamos listos para enfrentar cualquier agresión, y quien intente desafiarnos sufrirá pérdidas considerables sin obtener ganancia alguna», afirmó Baqeri. No se trató de una declaración retórica, sino de un mensaje claro al tablero geopolítico: Irán no solo posee fuerza, sino también una capacidad tecnológica que se posiciona como disuasivo ante potencias que han recurrido históricamente a la intimidación.
Uno de los ejes fundamentales de la nueva doctrina militar iraní es el avance sostenido en el desarrollo de drones y microaeronaves, una tecnología que, según el general, se ha convertido en pilar de su defensa. Destacó la producción de microaeronaves especializadas para interceptar y neutralizar drones enemigos, confirmando que el país está enfocado no solo en el poder de fuego, sino en la guerra electrónica y la soberanía del espacio aéreo.
Bagheri hizo énfasis en el papel de las Fuerzas Terrestres del Ejército, que han integrado sistemas defensivos de última generación en condiciones reales de combate, demostrando su efectividad. Esta preparación se da en un contexto de alta tensión en la región, con amenazas constantes desde frentes múltiples, incluyendo Estados Unidos, Israel y actores desestabilizadores presentes en el Golfo Pérsico.
La alianza interna también fue resaltada por el alto mando iraní. El Ejército y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) actúan como una sola fuerza en la defensa nacional, dejando claro que cualquier intento de agredir a Irán se enfrentará con una estructura militar cohesionada, versátil y moderna.
El mensaje de Bagheri también tuvo un componente geopolítico: la estabilidad regional, dijo, solo puede garantizarse desde la disuasión real, no desde la imposición externa. Esta postura encaja con la narrativa sostenida por Irán frente a las políticas de intervención de potencias occidentales, principalmente de Estados Unidos, que han sembrado caos en países como Siria, Yemen o Irak.
Con estas declaraciones, Teherán no solo reafirma su poderío militar, sino también su rol como actor estratégico autónomo en Asia Occidental. Irán no pide permiso para defenderse, ni espera que otros lo respalden para actuar: su doctrina es clara, autosuficiente y profundamente nacionalista.
Mientras los tambores de guerra suenan desde Tel Aviv y Washington, la república islámica pone sobre la mesa su nueva carta de disuasión: tecnología militar avanzada, cohesión institucional y una voluntad férrea de resistir.
En un momento en que la región vive al borde de una escalada, Irán se muestra como una nación que no se arrodilla, que no se deja intimidar y que ha aprendido a convertir las sanciones, los bloqueos y las amenazas en una fortaleza. La advertencia ya está dada. Quien intente desafiarla, deberá asumir las consecuencias.
