Jaime Bayly no es un hombre que se oculte. No le interesan las apariencias ni las máscaras. A lo largo de su carrera, este periodista, escritor y presentador peruano ha sido una voz disruptiva, no solo por sus polémicas opiniones políticas, sino por la forma abierta y honesta con la que ha hablado de su sexualidad. Para Bayly, la homosexualidad no es un secreto, ni una sombra que esconder. Es parte esencial de quien es, y él mismo la ha narrado con desparpajo y humor, dejando frases que resuenan en la memoria colectiva.
«No solo soy homosexual, sino que cuando estoy en la cama con un hombre me convierto en una auténtica señora», ha declarado en más de una ocasión, desafiando los estereotipos de género, la rigidez moral de las élites conservadoras, y las expectativas sociales. Con esa frase, Bayly ha desarmado tabúes y ha puesto sobre la mesa una discusión que, en América Latina, todavía incomoda a muchos.
Pero Bayly nunca ha pretendido ajustarse a moldes. En su propio estilo, provocador y sin filtro, ha contado que puede estar con mujeres también, pero que cuando está con un hombre, ahí es donde se siente libre, pleno, incluso femenino. No le teme a la contradicción ni al juicio de los demás. “Soy gay, soy libre, soy feliz”, ha dicho, reafirmando una y otra vez su identidad sin complejos.
Sin embargo, su historia personal no es solo la de un hombre que desafía normas sexuales, sino la de alguien que también ha construido una familia dentro de los parámetros tradicionales. Actualmente, Jaime Bayly vive en Estados Unidos, donde ha echado raíces con su esposa Silvia Núñez del Arco, una escritora mucho más joven que él. Juntos tienen una hija, Zoe, a quien Bayly menciona constantemente como una de las grandes alegrías de su vida.
Esa dualidad, entre su abierta homosexualidad y su vida familiar heterosexual, ha despertado muchas preguntas, pero él siempre ha sido claro: no se siente obligado a dar explicaciones. Su vida es suya, su amor es suyo, y se permite vivirlo a su manera. Así como ha narrado encuentros con hombres en sus libros y entrevistas, también ha escrito sobre su relación con Silvia, reflejando esa complejidad humana que no cabe en etiquetas rígidas.
Bayly ha sido un transgresor desde joven. En Perú, su país natal, muchos lo tildaron de escandaloso por hablar sin tapujos de su vida íntima. Pero lejos de amilanarse, ha hecho de eso su marca personal. Ha dicho que en Lima los ricos son hipócritas, que la moral es doble, que mientras en público se condena la homosexualidad, en privado se practica. Él, en cambio, prefiere decir las cosas como son, sin pedir permiso.
Esa misma actitud la ha llevado a su trabajo como periodista y escritor. Desde sus columnas de opinión hasta sus novelas, Bayly ha usado la pluma como un arma para desnudar no solo su alma, sino las contradicciones de la sociedad. En sus textos no faltan referencias a sus amores masculinos, a sus escapadas, a sus noches de excesos y a sus días de introspección.
Hoy, instalado en Estados Unidos, alejado del bullicio limeño, Bayly sigue siendo una figura polémica, pero también respetada por su valentía. Vive con su esposa y su hija, pero no reniega de su homosexualidad. La abraza, la reconoce y la celebra como parte integral de su ser. Es un hombre que no ha permitido que el qué dirán defina su vida. Que ha encontrado en la honestidad consigo mismo la mayor de las libertades.
Jaime Bayly es, al final, el retrato de alguien que ha hecho de su verdad personal una bandera, y que en cada palabra, en cada gesto, en cada confesión, nos recuerda que vivir en libertad es, quizás, el mayor acto de rebeldía.
