En una visita sorpresiva y cargada de simbolismo, el líder de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-un, recorrió una planta de producción de tanques de combate de última generación, en lo que constituye una clara señal de que Pyongyang acelera su programa de renovación militar en medio de crecientes tensiones en la península coreana.
Según reportó la Agencia Telegráfica Central de Corea (KCNA), el mandatario inspeccionó personalmente las líneas de ensamblaje, acompañado de altos mandos del Ejército Popular, e instó a reemplazar los vehículos blindados obsoletos por unidades más modernas que respondan “a las exigencias de la guerra contemporánea”.
La imagen difundida muestra a Kim enérgico, enfático, vestido con chaqueta de cuero negro, rodeado de oficiales mientras revisa los detalles técnicos de los nuevos tanques. El escenario no es casual: estructuras industriales de gran escala, cadenas de producción activas y prototipos robustos, reflejan la determinación de Pyongyang por reforzar su capacidad disuasiva ante lo que considera amenazas externas, especialmente de Estados Unidos y sus aliados regionales.
Aunque no se detallaron las especificaciones técnicas del nuevo modelo, analistas internacionales apuntan a que se trataría de una versión mejorada del tanque «Songun-915», con blindaje reactivo y capacidad para operar en terrenos difíciles, sumado a un sistema de tiro digital con asistencia automatizada.
Kim enfatizó que esta modernización no es una opción, sino una necesidad para garantizar la soberanía, y declaró que Corea del Norte debe “fortalecer su músculo defensivo sin depender de nadie, con ciencia nacional y espíritu revolucionario”.
La visita ocurre en un contexto de creciente fricción militar en Asia Oriental. En las últimas semanas, Washington y Seúl realizaron ejercicios conjuntos aéreos y navales que Pyongyang calificó de “provocación bélica”. Como respuesta, el régimen norcoreano ha intensificado sus maniobras militares y lanzamientos de misiles balísticos.
Con este acto público, Kim Jong-un lanza un mensaje nítido: su país no solo resiste, sino que avanza tecnológicamente. La industria militar norcoreana, a pesar de las sanciones, sigue activa, hermética, y decidida a mantenerse como uno de los pilares del poder nacional.
