El Papa León XIV ha lanzado un llamado urgente desde el corazón del Vaticano, evocando el mensaje de Fátima como un faro espiritual ante los horrores que azotan al pueblo palestino. En su primera audiencia general como Sumo Pontífice, el líder de la Iglesia Católica elevó una súplica clara: “Que se consienta el ingreso de ayuda humanitaria digna y que se ponga fin a la hostilidad cuyo desgarrador precio lo están pagando niños, ancianos, personas enfermas”.
Con una voz serena pero cargada de preocupación, León XIV no titubeó en poner sobre la mesa la tragedia humanitaria en Gaza, un territorio sitiado donde la esperanza escasea y la niñez paga con sangre la arrogancia de los poderosos.
En un gesto que entrelaza lo místico con lo terrenal, el Papa instó a los fieles a “acordarse del mensaje de Fátima y rezar por la paz en el mundo”. Aunque las apariciones de la Virgen María en Portugal no constituyen un dogma oficial de fe, León XIV, al igual que sus antecesores, demuestra una devoción firme hacia esa manifestación que, para millones, simboliza consuelo en medio del caos.
El llamado del Pontífice va más allá de la liturgia: es una exigencia moral. En un momento donde las potencias mundiales debaten sanciones, bloqueos y muros, León XIV eleva un clamor por puentes de compasión y gestos concretos.
El Vaticano, bajo su nueva guía, parece orientarse hacia una diplomacia de misericordia, con Gaza como emblema de su primer gran mensaje global. La historia registrará que en los primeros días de su papado, León XIV no habló de dogmas ni de reformas internas, sino de los niños palestinos, de los ancianos atrapados bajo fuego, de los enfermos que mueren sin medicina.