En un gesto profundamente simbólico y cargado de espiritualidad, el nuevo Papa León XIV visitó esta tarde la Basílica de Santa María la Mayor, uno de los templos más emblemáticos de Roma. Allí, en un momento de recogimiento solemne, se detuvo a rezar ante la tumba del Papa Francisco, el pontífice que lo elevó al rango de Cardenal en el año 2023, reconociendo ya entonces su capacidad pastoral, su humildad y su fidelidad doctrinal.
El Papa León XIV, elegido apenas hace dos días como el nuevo Sucesor de Pedro, quiso también orar ante el icono de la Virgen Salus Populi Romani, advocación mariana muy venerada por su antecesor. La escena, recogida en una imagen serena y poderosa, muestra al Santo Padre de espaldas, en contemplación, frente al crucifijo y la tumba del Papa Francisco.
Este gesto no es solo un acto de piedad personal. Representa una señal clara de continuidad espiritual y afectiva entre dos pontificados marcados por la cercanía con los pobres, la apertura pastoral y el desafío de reformar la Iglesia desde el corazón del Evangelio. León XIV comienza su ministerio recordando con gratitud al Papa que confió en él, al pastor que lo convirtió en príncipe de la Iglesia en medio de una época convulsa.
La escena también recuerda el vínculo profundo entre la misión papal y la Virgen María. Al detenerse ante el ícono bizantino que ha protegido al pueblo romano por siglos, el nuevo Pontífice se une a una larga tradición de Papas que, en los momentos más importantes de su pontificado, han buscado el amparo de la Madre de Dios.
En estos primeros gestos, León XIV muestra el tono espiritual que marcará su pontificado: humildad, oración, y memoria agradecida. No olvida de dónde viene, ni quién le abrió las puertas del colegio cardenalicio: el Papa Francisco, cuya herencia parece honrar no sólo con palabras, sino con actos sencillos y elocuentes.


