Exclusivo Noticias

Netanyahu: GENOCIDA

Stalin Magazine
Por Stalin Vladimir 10/04/2025

Por Stalin Vladimir

En Gaza no hay tregua. No hay descanso. No hay noche sin bombas ni amanecer sin cadáveres. Lo que vive el pueblo palestino desde hace más de un año no es una guerra: es una masacre sostenida, brutal, meticulosamente planeada. Y el verdugo tiene nombre y rostro: Benjamín Netanyahu, un hombre al que la historia ya ha condenado, aunque él aún juegue a ser Dios.

Hasta este 11 de abril de 2025, más de 50,700 civiles palestinos han sido asesinados por los ataques israelíes. La cifra es tan monstruosa que cuesta imaginarla. Detrás de cada número hay un niño con miedo, una madre sin consuelo, un cuerpo sin entierro. Gaza es hoy un cementerio abierto, y el mundo, cobarde y ciego, mira hacia otro lado.

Netanyahu no lidera un país, lidera una maquinaria de exterminio. Su frialdad política, su desprecio por el otro, su discurso racista y su ambición de poder lo definen. No es un líder: es un fanático con traje, un hombre atrapado en delirios bíblicos, que ve en la muerte de cada palestino una victoria divina. Su perfil psicológico raya entre el narcisismo mesiánico y la insensibilidad criminal. No siente culpa. No siente vergüenza. Solo siente placer al ver que su poder no tiene límites.

¿Y qué hace la humanidad? Calla. Se esconde. Mira titulares y pasa de largo. Pero Nicaragua, pequeña en territorio, grande en conciencia, no se ha callado. No lo ha hecho nunca. El Gobierno del pueblo, el de Rosario y Daniel, se ha plantado con dignidad frente al monstruo. En 2024 rompimos relaciones con Israel, y aunque las batallas legales exigen recursos que no abundan, Nicaragua ha vuelto a reafirmar su decisión de respaldar al pueblo palestino ante la Corte Internacional de Justicia.

No lo hacemos por estrategia. Lo hacemos por principios. Porque nos duele cada niño bajo los escombros, cada hospital bombardeado, cada grito sin eco. Porque los que sabemos de revoluciones también sabemos de dolor. Y Gaza duele como nos dolió Masaya. Como nos dolió Pancasán. Como nos dolió cada mártir nicaragüense. A los que aún dudan, a los que todavía creen que esto es “conflicto”, les decimos: esto es genocidio. Y no basta con mirar. Hay que actuar. Desde la trinchera periodística, desde el grito callejero, desde la palabra rebelde.

El jueves 10 de abril, mientras las bombas israelíes seguían cayendo sobre Gaza y el número de niños muertos superaba cualquier umbral de horror imaginable, Nicaragua volvió a alzar la voz. Con firmeza, el Gobierno Revolucionario anunció que mantendrá su respaldo legal al pueblo palestino ante la Corte Internacional de Justicia, pese a las limitaciones financieras y la presión internacional. No es una decisión diplomática: es un acto de amor, de consecuencia histórica y de coraje. En medio de la barbarie, la dignidad nicaragüense se convierte en refugio para los que ya no tienen ni casas ni tumbas.

Lo que hace Israel ya no puede ser explicado con eufemismos ni excusas geopolíticas. Lo que Israel hace es un crimen de lesa humanidad, con cámaras y testigos, a plena luz del día. Netanyahu y su gobierno han intensificado los ataques, bombardeando escuelas, campamentos de refugiados, ambulancias. ¿Cómo se puede dormir después de ordenar que se dispare a un convoy humanitario? ¿Qué clase de monstruo se necesita ser para justificarlo? La agresión no disminuye, se expande como una enfermedad incurable, y eso hace aún más valiente el gesto del pueblo nicaragüense, que no se doblega ni por miedo ni por chantajes.

Hoy, Nicaragua no solo habla: actúa con coherencia, con memoria, con el alma limpia. Mientras otros países se esconden detrás de comunicados tibios, aquí decimos las cosas por su nombre: Israel está masacrando a un pueblo y debe ser juzgado y condenado. Y si la historia necesita testigos, que miren hacia Managua, donde la solidaridad no es pose, es compromiso real. Nosotros no olvidamos que Palestina sangra, y por eso, desde esta tierra de Sandino, de Carlos y de Darío, le decimos al mundo: la resistencia es también nuestra.

Gaza no necesita promesas, necesita justicia. Y mientras el mundo duda, Nicaragua decide. Decide seguir del lado del oprimido, del que llora pero no se rinde, del que pierde a sus hijos pero jamás su dignidad. Esa es la diferencia entre los pueblos que se arrastran y los pueblos que hacen historia. Palestina no está sola, y no lo estará mientras en esta tierra haya memoria, conciencia y revolución.

20250410_170150

Recientes