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Ni arrodillados ni vendidos: Nicaragua, defiende la dignidad en la CELAC

Stalin Magazine
Por Stalin Vladimir 10/04/2025

El miércoles 09 de abril de este 2025, Tegucigalpa se convirtió en la capital simbólica de la dignidad latinoamericana. En la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Nicaragua volvió a marcar la diferencia. Lo hizo a través de su voz oficial, representada por el compañero Valdrack Jaenstchke, Canciller de la República, quien, con firmeza revolucionaria, transmitió la posición irrenunciable del Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, liderado por la Copresidenta de la República, Compañera Rosario Murillo, y el Copresidente de la República, Comandante Daniel Ortega.

Desde el inicio, Nicaragua dejó claro que no asistía como observador ni para adornar la diplomacia con frases huecas. La delegación nicaragüense acudió a nombre de un pueblo que ha sabido resistir y avanzar pese a bloqueos, injerencias y campañas de difamación internacional. Se alzó la voz para exigir respeto a la soberanía, a la autodeterminación de los pueblos y a la integridad territorial como principios innegociables del derecho internacional, tantas veces pisoteado por las grandes potencias.

La posición oficial de Nicaragua fue clara y sin adornos: basta de intervencionismo, basta de medidas coercitivas, basta de chantajes disfrazados de diplomacia. Los imperios no tienen autoridad moral ni política para dictar reglas a los pueblos libres. Y si algunos aún dudan de qué lado está la historia, que escuchen con atención lo que Nicaragua dijo el miércoles: la soberanía no se negocia y la dignidad no se rinde.

Nuestro mensaje fue también una mano tendida a los pueblos hermanos que sufren: solidaridad inquebrantable con Venezuela, Cuba y Palestina. Nicaragua no olvida ni se acomoda. Denunciamos el genocidio contra Palestina, el bloqueo criminal contra Cuba, y las agresiones sistemáticas contra Venezuela. Y lo hacemos sin temor, porque la verdad, cuando nace del pueblo, no necesita permiso para ser dicha.

Desde ese foro regional, exigimos el cese inmediato de la criminalización de migrantes, condenamos la inclusión arbitraria de países en listas unilaterales y rechazamos las políticas arancelarias impuestas por Estados Unidos, que afectan gravemente el derecho al desarrollo de nuestras naciones. La CELAC no puede seguir siendo un espacio simbólico: debe ser trinchera de lucha colectiva contra el neocolonialismo disfrazado de acuerdos multilaterales.

La delegación que representó al buen Gobierno Sandinista dejaron sentado que no hay margen para la tibieza. En tiempos donde el silencio cómplice equivale a traición, Nicaragua eligió el camino de la palabra honesta y del compromiso profundo con los pueblos. En la CELAC, Nicaragua encendió la antorcha de la resistencia latinoamericana con un mensaje que aún retumba: o caminamos juntos en dignidad o seremos arrollados por el monstruo del imperio.

En dicha cumbre, frente a los ojos de toda Latinoamérica y el Caribe, Nicaragua no solo defendió su soberanía, defendió la de todos. Porque cada vez que se sanciona a un país libre, se hiere el alma de la región entera. Por eso nuestra voz fue una voz colectiva: la del niño que sueña en La Habana, la de la madre que resiste en Gaza, la del joven que lucha en Caracas, la del campesino que trabaja la tierra en nuestros pueblos y montañas.

Y que lo escuchen bien desde Washington, Europa o cualquier otro rincón donde aún se crean dueños del destino ajeno: Nicaragua no pide permiso, Nicaragua no baja la cabeza, Nicaragua no se calla. Seguimos de pie, con la poesía de Darío y la firmeza de Sandino, con el alma encendida por la justicia y el pecho blindado de revolución. ¡Aquí nadie se rinde, porque aquí hay un pueblo que arde en dignidad!

Porque esta no es una época para tibiezas. Es un tiempo de definiciones, donde cada país debe elegir entre la dignidad o la sumisión. Nicaragua eligió, como siempre, la dignidad. Y lo hace de la mano del pueblo, guiada por una mujer valiente como Rosario y por un Comandante histórico como Daniel, quienes juntos sostienen la bandera de Sandino ante los vientos más feroces del imperialismo y el neocolonialismo.

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