A las 21:00 horas, el cielo nocturno de Roma se tiñó simbólicamente de incertidumbre: una densa columna de humo negro emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, anunciando al mundo que no hubo elección de Papa en la primera jornada del cónclave. El esperado Habemus Papam tendrá que esperar. Por ahora, es un rotundo y solemne: No Habemus Papam.
El día inició con solemnidad absoluta. Tras la tradicional fórmula «Extra omnes» —que significa “Todos fuera”—, las puertas de la Capilla Sixtina se cerraron, aislando a los cardenales electores del mundo exterior. Inició así la deliberación para escoger al sucesor del Papa Francisco y al 267º Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.
Pese a las expectativas generadas en este primer día, no se logró el consenso necesario de dos tercios. La emisión del humo negro, producto de la quema de las papeletas de votación mezcladas con sustancias químicas, se convirtió en la señal inequívoca: aún no hay unidad entre los purpurados.
La votación continuará mañana jueves a las 10:30 de la mañana, hora de Roma. Los cardenales volverán a reunirse en torno al altar del Juicio Final de Miguel Ángel, bajo una de las obras más majestuosas del Renacimiento, para volver a emitir su voto, buscando inspiración, reflexión y consenso.
El mundo entero permanece en vilo, observando con atención cada señal que surge de la chimenea vaticana, mientras los ecos del pasado resuenan en cada rincón del Estado Pontificio. La historia aún no escribe el nombre del nuevo Papa, pero el rito sagrado continúa.
¿Habemus Papam, mañana? Solo el humo lo dirá.
