Ovidio Guzmán López, alias ‘El Ratón’, hijo del célebre Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, ha decidido no prolongar más el enfrentamiento con la justicia estadounidense. A través de un acuerdo con el Departamento de Justicia, se ha comprometido a declararse culpable de varios delitos federales de narcotráfico, en un movimiento que marca un giro definitivo en la guerra legal que enfrenta desde su extradición en 2023.
Según consta en el expediente judicial de la Corte del Distrito Norte de Illinois, la audiencia prevista para el próximo 12 de mayo fue cancelada y se ha reagendado para el mes de julio, fecha en la que Ovidio formalizará su aceptación de culpabilidad. El documento establece que el gobierno de EE. UU. deberá presentar al tribunal una copia del acuerdo firmado al menos tres días antes de la audiencia definitiva.
Este paso significa que el joven narcotraficante renuncia a su derecho a juicio, con lo que acepta las acusaciones que lo vinculan con cinco cargos graves: distribución y conspiración de tráfico de drogas, lavado de dinero, pertenencia a una empresa criminal continua y portación ilegal de armas de fuego.
La caída de Ovidio no es sólo un golpe mediático; es un mensaje directo a su facción, “Los Chapitos”, que ha mantenido el poder en el Cártel de Sinaloa desde la captura de su padre. Mientras Ovidio enfrenta a los jueces en EE. UU., Iván Archivaldo y Jesús Alfredo siguen prófugos, encabezando una sangrienta guerra interna contra La Mayiza, brazo rival liderado por los herederos de Ismael “El Mayo” Zambada.
Desde septiembre de 2024, este conflicto fratricida ha dejado más de 900 muertos y más de mil desaparecidos, en un Sinaloa que vive atrapado entre el legado del narco y la ausencia de un nuevo orden.
Analistas señalan que esta declaración de culpabilidad podría derivar en una reducción de condena, siempre y cuando Ovidio proporcione información clave sobre el tráfico de fentanilo y la estructura operativa del cartel. No sería la primera vez que un capo canta. Pero si ‘El Ratón’ decide hablar, los cimientos del narco mexicano podrían tambalearse como nunca antes.
La DEA no ha comentado públicamente sobre los alcances del acuerdo, pero en círculos judiciales se da por hecho que el testimonio de Ovidio será utilizado para ampliar procesos contra sus propios hermanos, aún intocables en México.
Lo que alguna vez fue una leyenda familiar, construida entre túneles, fugas cinematográficas y lujos excéntricos, hoy se desmorona en un tribunal federal. Ovidio Guzmán, educado en colegios católicos de la Ciudad de México, terminó aceptando su rol como pieza de una maquinaria de muerte, envuelta en pastillas de fentanilo y billetes manchados de sangre.
La escena final no será un tiroteo, sino una sala iluminada por luces blancas, una juez, un acta, y una frase que lo sentenciará al olvido: “Culpable, su señoría”.