El regreso de Ryan García prometía espectáculo, redención y poder. Pero terminó siendo una noche de sombras, dudas y derrota. El famoso “KingRy” volvió al cuadrilátero este 2 de mayo, tras una suspensión por doping que lo mantuvo un año alejado de la escena, y lo hizo en Nueva York, con luces altas y expectativas por los cielos. Sin embargo, quien brilló fue otro: Rolando «Rolly» Romero, quien con inteligencia, velocidad y estrategia, se impuso por decisión unánime y enterró momentáneamente el mito de García.
Las tarjetas no mienten: 115-112, 115-112 y una aplastante 118-109 a favor de Romero, quien además de cobrarse una gran victoria, demuestra que la caída ante Pitbull Cruz en 2024 quedó en el pasado. Rolly vino con hambre, con enfoque, con un plan claro. Ryan, en cambio, regresó con un boxeo oxidado, tímido, temeroso de ser golpeado, sin el filo que alguna vez lo hizo levantar cinturones y multitudes.
Y es que el segundo asalto lo marcó todo. Un zurdazo de Romero mandó al suelo al californiano. No fue un knock-out demoledor, pero sí un golpe psicológico. A partir de ahí, García se apagó. Se cuidó más de no ser lastimado que de atacar. Su rostro, apenas arañado, reflejaba más frustración que castigo. Su cuerpo estaba presente, pero su espíritu parecía haberse quedado en el vestuario.
Romero lo dominó con jabs precisos, distancia bien medida y una guardia sólida. Nunca se desesperó, nunca se descuidó. Y al final, aunque el espectáculo no fue deslumbrante, sí fue suficiente para demostrar que el boxeo no perdona la inactividad ni las distracciones externas.
El eco de esta pelea resuena más allá del Madison Square Garden. García debe volver a revisar su rumbo. ¿Está listo para buscar otro título mundial? ¿Aún tiene la chispa que enamoró a sus seguidores? Hoy, la respuesta es un rotundo “no”.
Mientras tanto, este combate abrió un fin de semana cargado de emociones deportivas: el regreso del Canelo ante Scull, la expectativa por la playera especial de México rumbo al Mundial 2026, y hasta el revuelo por el retraso de GTA 6. Pero la nota de la noche fue clara: Rolly Romero aprovechó su oportunidad y le mostró al mundo que, en el boxeo, el pasado no garantiza el futuro.
Ryan García cayó… y no solo en el ring. Cayó en la cuenta de que el tiempo perdido no se recupera con promesas. Se recupera con golpes… bien dados. Y esta vez, no fue él quien los dio.