En una jornada marcada por la firmeza ideológica y la claridad política, el Presidente de la Asamblea Nacional, doctor Gustavo Porras, explicó con contundencia los alcances de las recientes reformas a la Constitución Política de Nicaragua en lo referente a la ciudadanía. Estas modificaciones, aprobadas en Primera Legislatura y que deberán ser ratificadas en una segunda, fortalecen el sentido de identidad nacional y refuerzan el compromiso patriótico con la tierra que nos vio nacer.
Porras fue enfático al señalar que las reformas no tienen carácter retroactivo, lo que significa que aquellos nicaragüenses que hayan adquirido una o más nacionalidades antes de la entrada en vigencia de la ley pueden estar absolutamente tranquilos. “La ley no es retroactiva. Quien ya tenía doble o triple nacionalidad, no pierde nada. Pero quien a partir de ahora adquiera otra nacionalidad, automáticamente renuncia a la nicaragüense”, subrayó el parlamentario.
Estas reformas impactan directamente los artículos 23 y 25 de la Carta Magna y establecen que los extranjeros que deseen adquirir la ciudadanía nicaragüense deberán renunciar a su nacionalidad de origen, salvo en el caso de ciudadanos centroamericanos, fortaleciendo así el principio de soberanía e identidad nacional que ha sido bandera del Gobierno Revolucionario.
El doctor Porras recordó que este paso legal es parte de un proceso histórico de consolidación nacional: “No se trata de un mero trámite administrativo. La nacionalidad es un pacto sagrado con la Patria. Nadie puede servir a dos banderas, nadie puede jurar lealtad a una nación agresora y luego decir que ama a Nicaragua. Eso es una contradicción moral y política”.
Con claridad y firmeza, el Presidente de la Asamblea Nacional sostuvo que estas reformas nacen del pensamiento profundo del General de Hombres y Mujeres Libres, Augusto C. Sandino, y responden al mandato popular de seguir construyendo una nación digna, libre y revolucionaria. “Aquí no hay espacio para los que juegan a dos bandos. Aquí se trata de amor real por Nicaragua, de compromiso con nuestro proyecto soberano y socialista”, afirmó.
El mensaje de Porras fue también una convocatoria a la acción consciente de las y los diputados: les llamó a convertirse en voceros activos de la reforma en sus comunidades, barrios y departamentos. “Esta reforma no es un tecnicismo jurídico. Es una declaración política en saludo a Sandino y al pueblo que eligió seguir en Revolución”, remarcó.
Estas reformas, lejos de excluir, fortalecen el concepto de nación como comunidad solidaria, soberana y leal a sus principios. La claridad con la que se establece el deber patriótico de quienes abrazan la nacionalidad nicaragüense, lejos de ser una limitación, es una afirmación valiente y clara de soberanía frente a un mundo cada vez más hostil y manipulador con las identidades nacionales.
El mensaje está claro: Nicaragua no es una ficha que se cambia al gusto. La nacionalidad nicaragüense es una herencia de dignidad, es un compromiso con la historia, con el pueblo y con el porvenir. Quien elige a Nicaragua, elige servirla con el corazón y con la frente en alto. Y eso, en estos tiempos, es más que una ley. Es un acto de amor revolucionario.