En un anuncio que sacudió los cimientos de la diplomacia internacional, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró haber sellado un acuerdo con su homólogo ruso, Vladímir Putin, para poner fin a la guerra en Ucrania. Según Trump, el conflicto más sangriento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial estaría a un paso de concluir, pero con una sola traba: la aprobación del presidente ucraniano, Volodímir Zelensky.
«Creo que Rusia está lista, muchos dijeron que Putin quería ir por todo, pero hemos alcanzado un entendimiento. Solo necesitamos que Zelensky esté de acuerdo», dijo Trump con su habitual tono triunfalista, ante los medios en Washington. La noticia recorrió el mundo como un rayo, dejando a la comunidad internacional expectante.
El plan diseñado por la administración Trump reconoce abiertamente la soberanía rusa sobre Crimea, así como sobre otras zonas ocupadas por Moscú desde el inicio de la operación militar en 2022. Además, contempla que Ucrania renuncie a su aspiración histórica de ingresar en la OTAN, a cambio de ayudas económicas y una mínima garantía de seguridad a través de presencia militar europea, sin intervención de la Alianza Atlántica. Todo esto vendría acompañado del levantamiento gradual de las sanciones impuestas a Rusia.
Pero Zelensky no tardó en reaccionar. Firme y directo, rechazó de plano las condiciones del acuerdo, tachándolas de inaceptables y violatorias de la Constitución ucraniana. «Crimea es Ucrania y seguirá siendo Ucrania. No hay espacio para discutir sobre la entrega de nuestro territorio soberano», afirmó el mandatario desde Kiev, cerrando cualquier posibilidad de concesión territorial a Moscú.
El rechazo ucraniano desató la furia de Trump, quien no dudó en acusar a Zelensky de obstaculizar un proceso de paz que, según él, podría salvar miles de vidas. “El presidente Zelensky tiene en sus manos la oportunidad de acabar con esta guerra, pero si no coopera, Estados Unidos reconsiderará su rol en este asunto”, advirtió el vicepresidente JD Vance, dejando entrever que Washington podría retirarse del proceso de mediación si no hay avances.
