El Presidente Donald Trump dio inicio este martes a su primera gira oficial por Medio Oriente en su segundo mandato, aterrizando en Arabia Saudita donde fue recibido con pompa y simbolismo por el príncipe heredero Mohammed bin Salman. La agenda bilateral busca desactivar las amenazas nucleares de Irán, contener la guerra en Gaza, estabilizar los precios del petróleo y afianzar alianzas estratégicas.
Trump descendió del Air Force One en el aeropuerto internacional Rey Khalid de Riad, escoltado en el cielo por aviones de combate F-15 de la Fuerza Aérea Real Saudita. A pie de pista, el príncipe saudí lo saludó personalmente antes de conducirlo a una gran sala decorada con lujo oriental, donde compartieron café tradicional mientras se preparaban para un almuerzo en el Palacio Real.
La comitiva estadounidense incluyó a empresarios de alto perfil como Elon Musk, Larry Fink (BlackRock) y Stephen Schwarzman (Blackstone), quienes participaron en una cumbre de inversiones saudí-estadounidense. Musk, además, encabeza el Departamento de Eficiencia Gubernamental, un polémico brazo del actual mandato que busca recortar el despilfarro y la corrupción dentro de las instituciones federales.
El encuentro se da en un contexto económico sensible: mientras Trump presiona por mantener el petróleo barato para frenar la inflación y debilitar el frente energético de Rusia, Arabia Saudita lucha por sostener su economía, cuyo equilibrio presupuestario depende de un crudo por encima de los 96 dólares, muy lejos de los actuales 64,77 dólares por barril.
Durante la visita, se espera que Trump firme acuerdos con Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, que abarcan desde inteligencia artificial hasta cooperación energética y nuevas ventas de armamento. Este mismo mes, la administración autorizó la venta de misiles aire-aire por 3.500 millones de dólares al reino saudí.
Sin embargo, la visita también deja entrever tensiones. Israel, históricamente uno de los principales aliados de Trump, fue excluido de esta primera etapa del viaje. Ni el primer ministro Netanyahu fue informado previamente de la tregua entre EE. UU. y los hutíes en Yemen, ni de las negociaciones nucleares con Irán.
El distanciamiento no pasó desapercibido. “Israel se defenderá por sí solo”, advirtió Netanyahu, mientras analistas apuntan que los gobiernos del Golfo están demostrando mayor sintonía con Trump que Tel Aviv.
La gran incógnita sigue siendo Palestina. Riad dejó claro que cualquier normalización con Israel exige garantías de seguridad por parte de Washington, asistencia en su programa nuclear civil y avances concreto.


