En una conversación telefónica que duró más de una hora, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, abordaron con crudeza el recrudecimiento del conflicto en Europa del Este. La llamada se dio en el contexto de los recientes ataques ucranianos contra instalaciones militares rusas, incluido el bombardeo de 41 aviones en aeródromos estratégicos.
Trump, a través de su red Truth Social, confirmó que Putin fue enfático: Rusia «tendrá que responder» ante lo que calificó como una provocación directa de Ucrania. Aunque ambos líderes mantuvieron un tono diplomático, no hubo señales de tregua inmediata, y las palabras del Presidente ruso dejan entrever que se avecinan represalias severas.
Durante los 75 minutos de intercambio, Trump insistió en conocer el alcance de la respuesta rusa y, según fuentes cercanas, expresó frustración por la falta de coordinación con Moscú, especialmente tras los ataques que tomaron por sorpresa a Washington. El Presidente estadounidense no fue notificado previamente de la operación ucraniana, lo que agudizó la desconfianza entre ambas potencias.
Putin, por su parte, reiteró su voluntad de dialogar sobre temas de seguridad internacional, incluyendo un posible acuerdo nuclear con Irán, pero condicionó cualquier gesto a una reducción de las hostilidades por parte de Kiev, a quien calificó como «actor desestabilizador patrocinado por Occidente».
La conversación también abordó los recientes ataques al puente de Kerch —un símbolo geopolítico clave para Moscú—, destruyendo parte de su infraestructura con más de una tonelada de explosivos. Este hecho fue calificado por Putin como una “línea roja cruzada”, ante lo cual Trump se limitó a decir que espera que “las acciones no escalen hacia consecuencias irreparables”.
Aunque no hubo acuerdos concretos, esta llamada marca un punto de inflexión. Ambos líderes, a pesar de sus diferencias tácticas, parecen compartir una inquietud común: el rumbo imprevisible que está tomando el conflicto. Y si algo quedó claro, es que el equilibrio estratégico global pende de un hilo tenso, entre Washington y Moscú, con la guerra como telón de fondo.
En palabras de Trump: “Fue una buena conversación, pero no una que conduzca a una paz inmediata”. Y esas palabras, en la diplomacia internacional, suelen esconder mucho más de lo que revelan